Hola!
Quiero dar cuenta de mi experiencia con el objeto de que a otras personas que se encuentren en mi situación les sirva de ayuda. Tengo 50 años y hace 2 me detectaron un cáncer de mama, bifocal y bilateral. Pasé por 2 operaciones en 14 días y tratamientos de quimioterapia y radioterapia posteriormente.
Es importante, en mi opinión, comentar que actualmente los tratamientos contra el cáncer son tratamientos muy personalizados, individualizados, adaptados a la persona que lo padece. En mi caso, la quimio duró 6 meses y tomé 42 sesiones de radioterapia. Con respecto a los efectos secundarios, a día de hoy son más leves que los que se sufrían hace años, aunque en mi caso padecí muchos, por no decir todos: pérdida de cabello, ganas de vomitar, dolores musculares, hemorragias nasales, aftas bucales, adormecimiento de las extremidades, insomnio, sofocos, pérdida de uñas,…de hecho mi oncóloga me decía "que era una egoísta porque todo lo quería para mí".
Las personas que no hayan tenido que pasar por un cáncer o no les haya tocado vivirlo de cerca pueden pensar que cuando te administran la quimio te tratan con un único medicamento, pero en realidad, lo más habitual es que además te suministren un combinado de fármacos como tratamiento complementario. Por ejemplo, los corticoesteroides se administran para reducir la función de las células cancerosas y sirven también para que otros medicamentos de quimioterapia funcionen mejor. Yo soy una mujer menuda, bajita y delgada. Antes de padecer cáncer rondaba los 48-50 kg. Nunca he fumado y durante toda mi vida hecho deporte de forma habitual. Una vez comencé con el tratamiento, sin embargo, el cuerpo no me seguía y las constantes ganas de vomitar las paliaba comiendo alimentos dulces. Los corticoesteroides, dejar de hacer ejercicio y comer mucho más azúcar del habitual se tradujo en un aumento de peso. Las personas de mi entorno insistían en que era normal engordar con la quimio, incluso me comentaban que la “hinchazón” desaparecería después de terminar con el tratamiento. Quería pensar que tenían razón pero lo cierto es que según pasaban los meses el cambio que estaba soportando mi cuerpo me empezó a generar angustia. Me sentía muy torpe, los sofocos eran constantes, sentía que estaba prisionera en mi propio cuerpo. No me reconocía.
Siempre visualicé que los efectos secundarios desaparecerían en un plazo medio y tal vez por eso, no me vine abajo a causa de ellos, sin embargo el cambio de peso brutal que experimenté me desgastó muchísimo el ánimo y es que llegué a engordar en torno a 20 kg. Una vez finalizada la quimio y la radio no se produjo el milagro del que me habían hablado y la “hinchazón” no despareció. Anímicamente me sentía baja, tanto por mis propias sensaciones como por la incomprensión del entorno, incluso de las personas que más me quieren. Existe la creencia de que si estás padeciendo un cáncer no hay nada que lo pueda superar, e incluso, llegan a decirte que no debes centrarte en aspectos tan “superficiales”. No entienden que puedas sentirte mal por una “simple” cuestión de peso, lo interpretan como una banalidad.
En junio de 2020 visité a Nerea por primera vez. Llegué a su consulta con un sobrepeso importante, superado el percentil que indica obesidad. Me agradó mucho cómo me recibió. No me juzgó, no me dijo “debes” o “no debes”, simplemente me preguntó cuánto peso quería perder, me comentó que no preveía ningún problema que me impidiera conseguir mi objetivo y me dejo muy claro que estaba en mi derecho de hacer todo lo que estuviera en mi mano para sentirme mejor. Ciertamente, todo lo que me dijo supuso un impulso muy importante para mí.
He de decir que soy una persona disciplinada y que he seguido las instrucciones de Nerea al pie de la letra. He comido lo que ella me ha ido indicando y he hecho ejercicio. La dieta me ha resultado fácil de seguir. No he pasado hambre y la posibilidad de realizar numerosas combinaciones evita que te aburras de llevar un régimen. Realmente de lo que se trata es de tomar conciencia y ordenar el tema de la alimentación. Se aprende a comer correctamente, se crean hábitos alimentarios saludables que es la mayor garantía para mantenerse en el peso adecuado.
En diciembre de 2020, 6 meses después de visitar a Nerea por primera vez, mi peso es de 49 kg, es decir he conseguido volver a mí ser. Me siento mucho mejor. Tengo menos sofocos, más fuerza, el ánimo en niveles óptimos. Algunas de las personas que cuestionaban mi “necesidad” de perder peso han entendido que la pérdida de peso es mucho más que una cuestión estética, han asumido que es una cuestión de salud, física y anímica. En mi caso, más si cabe, puesto que desarrollé un linfedema en un brazo al que el sobrepeso le hace flaco favor. Quiero animar a tod@s aquell@s que podáis estar dudando en visitar a Nerea, a que lo hagáis. Nerea os irá indicando los pasos a seguir. Obviamente ella no tiene una varita mágica para obrar milagros y será necesario vuestro esfuerzo y colaboración, pero creedme si os digo que el sacrificio merece la pena. Sin lugar a dudas. Sentirse bien con uno mismo no tiene precio. A partir de ahí, la vida es mucho más sencilla.
¡Fuerza y ánimo para tod@s!
Marta
Opinión 4 de 69